miércoles, 14 de octubre de 2015

LA CHICA QUE CORRE

En medio de la nada y el vacío,
la rutina y el hastío 
de estos días que aún soporto,
persiguiendo una línea de meta,
surges con tu camiseta
y ese pantalón tan corto.

Llueva, nieve, haga sol, truene u orbaye,
sales a poner las calles 
bajo el ritmo de tus pasos,
entre repartidores, barrenderos
y buses con pasajeros
que llegamos con retraso.

Levantas a las gaviotas, 
pones fecha en las agendas
y hasta el viento se alborota
al ver que vienes;
sin ti no abren las tiendas,
consigues que el sol se encienda
y, sin rehenes,
un nuevo día nos sorprenda.
Tú le das cuerda a las olas,
mientras los muelles, a solas,
cada amanecer recorres
para hacer,
otra vez,
que la oscuridad se borre,
y, al son de tus zapatillas,
me pisas las pesadillas:
eres la chica que corre.

Entre hormigón, semáforos y grúas,
el sudor se te tatúa
en la piel por un instante;
y el cansancio, despacio, te anestesia
con la temporal amnesia
que es seguir hacia delante.

¿Qué tratas de encontrar o de qué escapas,
enredándote en los mapas
que fatigas con tus pies?
Creando y devanando en cada metro
un pensamiento secreto
o, quizá, un sueño que no es.

Levantas a las gaviotas, 
pones fecha en las agendas
y hasta el viento se alborota
al ver que vienes;
sin ti no abren las tiendas,
consigues que el sol se encienda
y que haya trenes
haces que de ti dependa.
Vas apagando farolas,
mientras los muelles, a solas,
cada amanecer recorres
para hacer,
otra vez,
que la oscuridad se borre,
y, al son de tus zapatillas,
me pisas las pesadillas:
eres la chica que corre.

Sin ti los cafés se enfrían
y el vaho empaña las ventanas;
pues, sin ti los "¡buenos días!"
no son tan buenos,
el deseo pierde las ganas,
los espejos peinan canas
y tienen menos
poesía las mañanas.
Mientras la ciudad despierta,
las avenidas desiertas
cada amanecer recorres
para hacer,
otra vez,
que sigan en pie las torres,
y, al son de tus zapatillas,
me pisas las pesadillas:
eres la chica que corre.

Veo, desde mi ventanilla,
siempre, una chica que corre;
siempre, huyendo de mi vida,
hay una chica que corre.