domingo, 10 de febrero de 2013

¿DE QUÉ HOSTIAS PUEDO ESCRIBIR?

¿De qué hostias puedo escribir,
vamos a ver, 
de las dudas del vivir,
del porvenir
o de un pasado trivial
que es el final
de antes de ayer?

Porque el presente -¿qué quieres?-
no pinta bien,
todo un país se nos muere
mediante un ERE*,
y yo mirando a las nubes
por si te subes
aún a mi tren.

Dicen que está en su momento 
la corrupción,
tan harto del mismo cuento,
trampas por ciento,
que ya perdí la esperanza 
en las finanzas
del corazón.

Y está también lo del clima
-¡maldito frío!-
el invierno sigue encima,
rima que rima,
y cuando llegue el verano,
el rostro en su mano
no será el mío.

Hablando más mal que pronto
de lo que cuadre,
sin prisas, como a lo tonto,
febrero afronto,
no hay sueños para mi cama
ni can con ama 
que no me ladre.

En carnavales, disfrazado de yo.

miércoles, 16 de enero de 2013

CALLES DE LLUVIA

(Otra mañana de invierno)

“Cuando es invierno en el Mar Cantábrico, es verano en El Callao”.

Las calles, de lluvia llenas,
sin paraguas ni el abrigo
de unos brazos abrazando.
Unos tacones resuenan,
preguntándole a mi ombligo
“por qué, cómo, dónde y cuándo”.

Van mis pasos lentamente
camino de una oficina
donde escriben mi futuro.
Sellarán, como es corriente,
los papeles de rutina
y dirán que no hay laburo.

La funcionaria me ignora
mientras sus dedos teclean
en la pantalla mis datos,
y el alma por dentro llora
en mi cuerpo que la desea,
aunque sólo sea a ratos.

La vida que pasa y pasa,
prometiendo una promesa
que nunca podrá avalar.
Antes de volver a casa,
me refugio tras la mesa
solitaria de algún bar.

Suena el tintineo melódico
que deja la cucharilla
en la taza del café,
mientras leo en el periódico
que la crisis acribilla
a los hijos de Noé.

En los chinos, un cuaderno
me compro, cuartilla insana
donde ahora esto escribo.
Hace otoños que es invierno:
calles, lluvia y la mañana
sin paraguas, sin abrigo.

Donde siempre, en otra mañana de invierno, obviamente.

(¡Joder!, siempre me salen tristes).