lunes, 31 de diciembre de 2018

ASUNTOS PROPIOS

¿Sabes cuando uno tiene la sensación de que la gente que le rodea es un poco rara? Pero, si reflexionas, te das cuenta de que el problema eres tú."
De la película "¡Oh, boy!: un café en Berlín", de Jan Ole Gerster.

 
Mi lira que delira
(intento darle forma como puedo),
delira y me suspira,
empapada de miedo
a que alguien la señale con el dedo.

Y a que diga cualquiera
que mi, ya más que baja, derrumbada
lira no es cual debiera,
que se ve equivocada
y que suena con voz desafinada.

Mas sale como sale,
que en lugar de rimar, a veces, gruño.
Y si al final no vale,
y queda solo un "truño",
habrá que hacer con ella un gran gurruño.

Todo para contar
la patética historia de un mal tipo,
que se puede narrar
cual estereotipo
del fracaso, perdón si me anticipo.

Un hombre como tantos,
tantos como podrían ser los hombres,
que nació en nosecuántos,
sin cuna ni renombres,
y pasión por la vida y por sus nombres.

Pero que conoció
muy pronto el sinsabor del desengaño.
En exceso temió
y forjó un mundo extraño,
mientras corría el tiempo, año tras año.

Fue creando su drama,
dejándose llevar por los eventos,
como una hoja sin rama,
al azar de esos vientos
con los que siempre acaban mal los cuentos.

Encontró lo buscado,
bien dicen que el que busca siempre topa,
no es mal vicio el pecado
de sentir, aire en popa,
una piel que te abriga sin ser ropa.

Supo más tarde, luego,
del desamor corriente y sus traiciones.
Ya sabéis, ese juego:
dama de corazones
desplazando a su antojo a los peones.

Después, quiero decir,
tras el duelo y las obvias cicatrices,
volvió a sobrevivir:
en el alma varices
y en el futuro tiempos sin perdices.

Su cerebro se atrofia
en la monotonía de las tardes,
cotiadiana bazofia
para tantos cobardes
de los que es preferible que te guardes.

Y sus nombres, hoy día,
son pérdida, vacío, desencanto,
nulidad, agonía,
precipicio, quebranto,
"Cipralex", soledad, fractura, espanto.

Sin salida ni metas,
ayuno de fe, falto de objetivo;
demasiadas maletas
para ser positivo
en el viaje de estar aquí, aún vivo.

Ahora este fulano,
vate de medio pelo en cualquier foro,
cree poco en lo humano,
va perdiendo el decoro
y se alza en monumento al deterioro.

Viendo por telescopios
hasta los más lejanos de sus males,
y ebrio de asuntos propios,
con tintas irreales
pringa de versos páginas virtuales.

Y ya más no lo alargo,
¿para qué continuar gastando "bytes"?
Otro final amargo,
si me lo perdonáis,
buscaré que en la próxima os ríais.

lunes, 24 de diciembre de 2018

DOS OVILLEJOS NIHILISTAS

 I.
Reloj que, en giros, demoras
las horas,
tu obstinación en moverte
convierte
la vida más dilatada
en nada.
Con la muerte en sí guardada,
ejemplo del sinsentido,
el tiempo, común olvido,
las horas convierte en nada.



II.
Escribir, de lo vivido,
un libro.
Plantar, antes de ser mármol,
un árbol.
Y legar como vestigio
un hijo.
Lo dijera quien lo dijo,
es un inútil quehacer
dejar para trascender
un libro, un árbol, un hijo.*

*Ovillejo con rima asonante: una licencia que las musas me permiten tras el correspondiente soborno.


Y UNO EXISTENCIALISTA

Aunque te parezca duro,
seguro
que irá bien, que no irá mal,
que igual
esa cosa atribulada
no es nada.
Es la vida atormentada
que se queja sin consuelo.
Pero sofoca tu duelo,
seguro que igual no es nada.

martes, 11 de diciembre de 2018

EXILIO EN LAS MALDIVAS

Cuando los hombres de traje
claman desde los atriles,
con sus mentiras a miles
disfrazadas de lenguaje,
alzados sobre el paisaje
entre aplausos y entre vivas,
yo me exilio en Las Maldivas.

Twitter, Facebook y los foros:
crispación en internet.
Cada uno baila un ballet,
cruzan sus voces los coros,
furiosos chillan los loros,
y, sin más expectativas,
yo me exilio en Las Maldivas.

Cada noche ir a dormir
y cada día al trabajo,
para arriba y para abajo,
sin que puedas elegir.
¡Qué manera de vivir!
Sin jefes ni directivas,
yo me exilio en Las Maldivas.

Si me señala algún dedo
de falange casi artrítica
por la corrección política
predicada en pos del miedo,
apostato de tal credo,
y huyendo de sus diatribas,
yo me exilio en Las Maldivas.

Si sucede que una musa
-sea de carne o etérea-
se marcha por vía aérea,
quizá rumbo hacia los U.S.A.,
harto ya de tanta excusa,
paso a tope de las pibas,
yo me exilio en Las Maldivas.

"Super Operación Tufo",
"Gran Pariente no sé cuántos",
"Sálvame" de estos espantos.
Si pongo la tele, bufo,
al instante desenchufo,
y sin luces tan nocivas,
yo me exilio en Las Maldivas.

Me ha ofendido tu chiste,
tienes que ponerte a dieta,
sólo pagos con tarjeta,
ni se te ocurra estar triste,
no eres nadie sin ser hipster
y en oferta las olivas...
Yo me exilio en Las Maldivas.

Telediario de las tres:
policías dando leña,
lotería navideña,
Cataluña y el Procés,
y en Madrid, pues ya lo ves,
barras bravas agresivas...
Yo me exilio en Las Maldivas.

Dicen que ya viene Vox
y sigue la Monarquía,
que hizo un gallo Rosalía
y a "la Consti" le dio tos.
Que baje y lo vea Dios,
que, con chanclas y evasivas,
yo me exilio en Las Maldivas.

Cansado de ser quien soy
y cansado hasta de ser,
cuando no hallo en el ayer
acogida, ni en el hoy,
cierro la puerta y me voy,
y con ansias fugitivas,
yo me exilio en Las Maldivas.

No sé muy bien, la verdad,
si ya no tengo remedio
si tanto caos da tedio
o si es por la soledad,
pero, cuando busco paz,
huyo de las disyuntivas
y me exilio en Las Maldivas.

Por el momento, aquí sigo,
varado en mitad de un mapa,
por si el miedo se me escapa
y, quitándome el abrigo,
te invito a venir conmigo,
navegando a la deriva,
al exilio en Las Maldivas.