viernes, 29 de noviembre de 2024

DÍAS

Hay días que amanece muerto el sol,
hay días, con abriles como octubres,
que pasas con cuatro ases y descubres
a la vida jugando de farol.

Hay días que la carne sabe a col
y el alma es esa piel que no te cubre
y hará que por las calles elucubres
por qué ser éste que eres es tu rol.

Y también días de tregua con pasteles
y amagos de armonía por los rincones,
y restos de poesía en mis papeles,
que no duran mucho más de dos canciones.

Y retazos de una dicha ya pasada,
sucedáneos del amor con cualquiera,
que nunca irán más allá de una mirada,
que se meten en la piel sin que tú quieras.

Hay días en que añoras no nacer
hay inhóspitos días de hospital,
hay días que incluso hacen parecer
que estaba bien lo que antes era mal.

Y también días de tregua con pasteles
y amagos de armonía por los rincones,
y restos de poesía en mis papeles,
que no duran mucho más de dos canciones.

Y sombras de una alegría ya olvidada,
y remedos de pasión de primavera,
que son sólo poco más que casi nada,
que duran lo que dos pasos en la acera.

Hay días sin caricias de mujer,
hay días con agendas tan vacías
que sólo hay lo que no hay y, por haber,
hasta hay días así todos los días.

Y también días de tregua con pasteles
y amagos de armonía por los rincones,
y restos de poesía en mis papeles,
que no duran mucho más de dos canciones.

Y ratos de menos miedo ante el futuro,
simulacros de ilusión con sus derroches,
sorbos de café que ablandan el pan duro,
luz que brilla cual cerilla por las noches.

Y también días de tregua con azúcar
y dolores que te duelen sin ser graves,
y esos rizos en las mieles de tu nuca
donde mi alma se acurruca y no lo sabes.

Y también días de tregua con azúcar...



miércoles, 30 de octubre de 2024

ESTADO DE LAS COSAS

Octubre con calor, otoño ausente,
escaleras,covid, costillas, baja...,
y a seguir royendo las migajas
de un mundo en el que nada es suficiente.

De un mundo que quizá sufre de aspérger,
impasible al dolor y ante mis males,
mientras miro en penumbra los cristales
y la tarde en la noche se sumerge.

Sin arte en las estrofas de mi pluma,
burlando una existencia que me abruma,
entre libros y películas que emboban,

aún no pienso en quemar todas las naves
ni me da por tirar al mar las llaves,
pero ya ni a mí mismo me doy coba.

AMOR A LA LECHUGA

Indiferente a la abeja,
para caracol y oruga,
fino caviar de beluga
que el huerto sirve en bandeja.

El médico te aconseja,
tan mal querida lechuga:
el niño al verte se fuga
y ayer te plantó una vieja.

Para todo acompañante,
bailadora de flamenco
con tu falda de volantes.

En ensalada, en un cuenco,
de pareja del tomate,
la gran dama del elenco.

CIUDAD DE FANTASMAS (LA CHICA DEL METRO)

Otra mañana en el metro,
respirando bajo tierra
y rodeada de muertos
con mochilas y carteras.
A vivir siempre en un cepo
la rutina les enseña,
baile de ropas sin cuerpos
que tienen sueño y no sueñan.

Cada uno sólo a lo suyo,
¿será por miedo u orgullo?
Cada cual con su pelea
(hoy tú tienes un examen);
nunca esperes que te vean,
mucho menos que te hablen.

Triste ciudad de fantasmas
que, como zombis sin almas,
matan con su indiferencia.
Chica, no busques consuelo
en quienes miran al suelo
tan lejos de tu presencia.

La vida se ha vuelto tóxica
y no comprendes la lógica
que pueda existir detrás.
Tú te bajas en la próxima,
¿a dónde irán los demás?


Otra mañana en el metro,
de soledad rodeada,
chica de ojos serenos
que buscan otra mirada
y encuentran los vagos gestos
de quienes no esperan nada.
Tras el naufragio, los restos
son sólo cosas mojadas.    

Imaginando las vidas
de gente desconocida:
casados o bien solteros,
felices o desdichados,
pones luz al agujero
de este martes desolado.

Triste ciudad de fantasmas
que, como zombis sin almas,
matan con su indiferencia.
chica, no busques consuelo
en quienes no ven el cielo,
ensimismados de ausencia.

La vida se ha vuelto tóxica
y no conoces la pócima
para huir al mundo de Oz.
Tú te bajas en la próxima,
de este animal tan feroz.


La vida se ha vuelto tóxica
y no conoces la pócima  
ni los trucos de hechicera
para huir a Nunca Jamás.
Cuando bajes en la próxima,
al pie de las escaleras,
cantándote me verás.

viernes, 27 de septiembre de 2024

VENTANA EN EL QUINTO

Este cuarto (estas paredes,
este suelo de este techo)
donde tantas horas echo
enredándome en mis redes,
estrenando nuevas sedes
de mi propio laberinto.
Este cuarto no es distinto
de tantos cuartos cualquiera.
Mirado desde la acera:
otra ventana en el quinto.


lunes, 9 de septiembre de 2024

SOÑARTE Y NO QUERERTE (ESTRAGOS)

Igual que he de afirmar que en ti me fijo,
no te puedo negar mi cobardía.
Soy el rehén de cuanto no se dijo,
abrazado al quimérico "sería".

Siempre sin un paraguas, bajo el nimbo,
sé bien que el cielo no es mi territorio
y me da miedo que, buscando el limbo,
traigas el hades a mi purgatorio.

Mi destino es soñarte y no quererte,
así es mi vida, huérfana de excesos,
sin embrujos de brujas ni de magos.

Si no temo la nada de la muerte
y abundan los dolores en mis huesos,
¿por qué tanto terror a tus estragos?


sábado, 31 de agosto de 2024

ANTINATALISMO

No existe un dolor
mejor:
todos son una agonía.
Sería
preferible no nacer,
no ser.
Es tan escaso el placer
y tan grande el sufrimiento
que, usando el entendimiento,
mejor sería no ser.

miércoles, 14 de febrero de 2024

VERSOS DE LA CAFETERÍA (SÉ QUE NO)

La alarma otra vez te chilla
la ley de cada mañana:
"despertar", la pesadilla
testaruda y cotidiana.

Pero, además, hoy las cosas
dicen que no y vas pillada,
pues también para las rosas
a veces caen heladas.

Y sales llena de urgencia,
sin ponerte maquillaje;
te espera con impaciencia
el trabajo y su chantaje.

Dos horas después, te encuentra
mi vida, que todo trunca,
tras la barra, soñolienta
y más güapa que nunca.

Sé que no,
sé que no eres tal como yo te pienso.
Sé que no,
sé que no hay que ponerse tan intenso.
Sé que no,
sé que no eres mis velas ni mi incienso.
Sé que no, sé que no,
sé que no existen cielos sin descenso.

Camarera en este bar
de periódico y café,
y de volverte a mirar
cuando creo que no me ves.

Con tu pelo en rubio moño,
con tu uniforme vaquero;
jubilados en su otoño
y la pausa del obrero.

El deseo que me estruja
el aro de tus pendientes,
mi café no hace burbujas
soy nada más que otro cliente.


Y, soñando que te digo
lo que nunca te diría,
voy guardando en el abrigo
versos de cafetería.

Sé que no,
sé que no me redimo con mis versos.
Sé que no,
sé que no por anverso y por reverso.
Sé que no,
sé que hay luna ni hay un mar inmenso.
Sé que no, sé que no,
sé que no, como sabe el universo.