CALLES LARGAS Y DÍAS FUGACES

Camino despacio, la noche me envuelve,
el viento rasguña mi sombra silente.
Las luces del barrio me miran y tiemblan,
susurran historias que no me contemplan.

Atravieso el parque, cruzo por la plaza,
donde una pareja se besa y se abraza.
Paso a su lado, como quien no quiere,
se susurran algo y no se detienen.

Y yo sigo caminando,
con el corazón doblado.
Las vitrinas reflejan mi andar pesado:
una cara triste, un abrigo gastado,
un bolsillo roto, un verso arrugado.
Un cartel parpadea, un café cerrado
y sueños colgando de un cielo nublado.
Con la melancolía de compañera,
esparzo soledad por las aceras.

El azar me lleva, mi mente divaga,
recuerdos que nunca viví me hacen llagas.
Evoco un abrazo, un beso, un paisaje
sin duelos que pesen en el equipaje.

Las calles son largas, los días fugaces,
la gente se cruza con sus mil disfraces.
Mis ojos se pierden en mundos ajenos,
me ahogo sumido en mis propios venenos.

Pero sigo caminando,
con el corazón cansado.
Las vitrinas reflejan mi andar pesado:
una cara triste, un abrigo gastado,
un bolsillo roto, un verso arrugado.
Un cartel parpadea, un café cerrado
y sueños colgando de un cielo nublado.
Con la melancolía de compañera,
esparzo soledad por las aceras.

Por fin vuelvo a casa, sombras que se estiran:
la cena, algún libro y la noche me mira.
Resuena el silencio, escucho el reloj,
marcando la ausencia con su eterno "no".

En la cama, el frío me da su regazo,
un hueco vacío se clava en mi brazo.
Cierro los ojos, en la nada me hundo
soñando con alguien que no hay en el mundo.

Y aún sigo caminando,
con el corazón baldado.
Las vitrinas reflejan mi andar pesado:
una cara triste, un abrigo gastado,
un bolsillo roto, un verso arrugado.
Un cartel parpadea, un café cerrado
y sueños colgando de un cielo nublado.
Con la melancolía de compañera,
esparzo soledad por las aceras.