lunes, 28 de diciembre de 2015

HABITACIÓN DIECISÉIS

Sé que soy sólo un extraño
que acabas de conocer,
mas, puestos a hacernos daño,
es mejor no posponer.

No me pidas la licencia
ni me cierres tu balcón,
no te guíes por mi apariencia,
sé ser «poli» y ser ladrón.

Dale al «sí» oportunidad,
que si dudas ya no es «no»,
el Judas de tu verdad
tal vez pueda serlo yo. 

Si el placer pronto se trunca,
mordamos hoy la manzana,
porque uno no sabe nunca
con qué sufrirá mañana.

El instinto es una norma
y el deseo su única ley;
en el fondo y en la forma,
siempre sobra algún jersey. 

Los besos que aún no has besado
son perfecta medicina
para enfermos desahuciados 
por el mal de la rutina.

Pesa en exceso la ropa
que hay debajo de la piel.
Desnuda, el alma galopa,
desatemos el corcel.

Aunque tenga mala fama, 
pecar es una virtud,
pues más allá de esta cama
sólo hay un ataúd. 

Si el placer pronto se trunca,
comamos hoy la manzana,
porque uno no sabe nunca
a quién dejará mañana.

El instinto es una norma
y el deseo su única ley;
en el fondo y en la forma,
«Cincuenta sombras de Grey». 

A veces hay que rascarse 
con caricias de sudor,
y no siempre para amarse
hace falta que haya amor.

Un alma no tiene dueño
si se encarna la pasión,
libre es, como lo es un sueño,
y sus sueños no lo son.

A esta noche que podemos
robarle al amanecer,
le da igual que nos acabemos
apenas de conocer. 

Si el placer pronto se trunca,
comamos hoy la manzana,
porque uno no sabe nunca
a quién perderá mañana.

El instinto es una norma
y el deseo su única ley;
este hotel está en reforma:
«habitación dieciséis».

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