Hace tiempo que, flojo y sedentario,
ya ni suelo mover la bici estática,
como y engordo de forma pragmática,
me arrastro mientras vuela el calendario.
Porque amo la rutina sin horario,
las musas típicas me son simpáticas,
y escribo componiendo matemáticas
con un ábaco al pie de un silabario.
Sigo siendo un Calixto -¡oh, Dulcinea!-,
un quijote soñando a Melibea,
un gris señor de Asturias sin Ninette.
El caso es que, con más miedo que ganas,
un siglo sin besar y dos semanas
sin publicar ni un ripio en internet.
1 comentario:
Es que no quiero repetirme, pero más de lo mismo, genialidad a tope guay.
:)
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