Despedida real y espontánea, tras una breve conversación con un vecino, medio amigo:
ÉL: Mañana, otro día...
YO: ...de mierda.
ÉL: Posiblemente.
Soy la resignación de un condenado:
nadie puede librarme de mí mismo.
Siempre mediocre, siempre moderado,
bajo por escaleras al abismo.
En los diarios y redes se relata
una guerra de todos contra todos,
y te puede tocar ser el que mata
o bien disimular con buenos modos.
Otra mañana gris en que divago,
tomándome un café, entre trago y trago
de insultos a esta mente que me asecha.
Para la tarde puede que unas "benzos".
Los días sin finales ni comienzos.
Un soneto más, otra cosa hecha.
No hay comentarios:
Publicar un comentario