miércoles, 12 de octubre de 2022

ELEGÍA A LA MUERTE DE MI ILUSIÓN

Es difícil poner alguna fecha
cuando no existe lápida ni tumba
donde llorar con mi alma contrahecha.

Bajo el eco de que algo se derrumba
müere la ilusión sin calendario,
ni siquiera parece que me incumba.

Entre hojas repetidas en un diario
donde los años pasan en semanas,
se fraguó una derrota ante notario.

Al ciclo de las noches, las mañanas
y las tardes aquellas de Machado,
cada vez se le ven muescas más planas.

Todo parece andar equivocado,
nada ni nadie es nunca suficiente,
la vida debe estar en otro lado.

No entiendo los afanes de la gente,
¿para qué tanto esfuerzo sin motivo?
Hay en este sentirme diferente

un arrepentimiento de estar vivo,
una sima, una cárcel, una herida,
algo que no se lee en lo que escribo.

Si alguna vez también pensé la vida
como digna de un nombre tal que ese,
¿qué fue de aquella etapa, hoy perdida?

¿Del sentir el amor sin que existiese,
del esperar sin más que la esperanza
y del cantar, le pese a quien le pese?

Hoy que la dicha apenas si me alcanza
para un café en el bar de alguna esquina,
cualquier peli, algún "audio", cierta chanza

que disfrace un instante la rutina,
la nostalgia que invade mis neuronas
me sirve de veneno y medicina.

¿Cómo demonios lo hacen las personas,
esas con que me cruzo por la calle,
raros seres venidos de otras zonas?

¿Qué originó que en mí la vida falle?
¿Fue un error imposible de arreglar
o acaso me olvidé de algún detalle?

Solo sé que por fecha a mi pesar
he de poner la de hoy porque es ahora
cada vez que simulo no llorar.

Y aunque mi ojo con lágrimas no llora,
por lápida ya tengo las pupilas
en donde la tristeza se me escora.

Y por tumba tú, mente que cavilas,
enredando despojos de aflicciones
con sus interminables retahílas.

Porque suelen tener los corazones
mil causas para que la vida duela,
pronto de nada sirven las razones:                  
ha muerto mi ilusión y esta es su esquela.

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