lunes, 5 de julio de 2010

Y SERÍA...

Cuando cae la niebla
y la habitación se puebla
de gatos negros sin ojos
que te miran,
y un fantasma desfallece
y hasta en las puertas parece
que se quejan los cerrojos
y suspiran:

Una molécula, un dedo,
una mano, un brazo, un miedo,
ahuyentado por un hombro,
por un cuello,
una boca, una nariz,
unos ojos, un desliz
por el intrincado asombro
de un cabello.

Y sería...

Una nuca, una espalda,
unas caderas sin falda,
unas piernas, unos pies
y elevarse
a un vientre, a unos pechos
y otros dedos que se han hecho
mano, brazo y hombro que es
duplicarse.

Y una frente, unas mejillas,
y también unas costillas,
que no hay corazón sin rejas
ni sin lima;
y que nada quede ausente:
oídos, nombre, subconsciente...,
que no le falten ni las cejas
a esta rima.

Y sería
algo más que anatomía,
más que la lucha insegura
de dos pesos,
y sería
algo más que geografía,
todo un golpe de ternura
tras los huesos.

Y sería
un dormitorio la noche
donde el alma son dos pieles
contra el frío,
y sería
la madrugada un derroche
cuando hasta en las puertas duele
el vacío.

Y sería el mundo una mujer,
y sería, tal vez, ser.

Cuando duermen las esquinas
y no eres tú el que caminas
llenando de pasos lentos
el pasillo,
y una sombra se desliza
por la cama y agoniza,
y ni ahogarse en lamentos
es sencillo:

Una molécula que ama
y el milagro de una cama
la transforma en dedos llenos
de gozo a mares,
y unos hombros, unos brazos
que te encarcelan sin plazos,
un cuello en que lo de menos
son los collares.

Y sería...

Una boca que habla a besos,
una nariz que en sus excesos
me trae al alma el soplido
de la nada,
unos ojos que me miran
como los míos la admiran
y un cabello de ángel caído
en cascada
por su nuca de diván,
por su espalda, tobogán
para un niño, ¡vaya juego
de caderas!
Unas piernas por donde ando
con mis manos modelando
y unos pies con los que llego
donde quiera.

Y sería
algo más que anatomía,
más que la lucha insegura
de dos pesos,
y sería
algo más que geografía,
todo un golpe de ternura
tras los huesos.

Y sería
un dormitorio la noche
y dos pieles se enamoran
contra el frío,
y sería
la madrugada un derroche
cuando los pasillos lloran
su vacío.

Y sería el mundo una mujer,
y sería, tal vez, ser.

Y un vientre donde se sacia
mi hambre sin el "muchas gracias"
que nunca da de comer
al deseo,
unos pechos donde noto
a Dios sin ser devoto,
y aunque no sepa creer,
también creo.

Una frente habitada,
unas mejillas, llamaradas,
y un corazón fugitivo
de su pecho;
oír su nombre al sentir
la sinrazón de vivir,
no ser verso estar vivo,
sino un hecho.

Y sería
algo más que anatomía,
más que la lucha insegura
de dos pesos,
y sería
algo más que orografía,
todo un golpe de ternura
tras los huesos.

Y sería
un dormitorio la noche
donde el alma son dos pieles
contra el frío,
y sería
la madrugada un derroche
cuando los pasillos lloran
su vacío.

Y sería el mundo una mujer,
y sería, tal vez, ser.

El quinto pino. Año catapún.

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