viernes, 13 de agosto de 2010

PESIMISMO CRÓNICO A LAS TRES DE LA MAÑANA


A las tres de la mañana,
soñando que no me duermo,
cuando aplastan las persianas,
a la hora del enfermo.

Mis matemáticas cuentan
que el desamor fue primero,
que el ocaso es a los treinta
y el olvido tiende a cero.

El tiempo se ha acostado
en un reloj de fakir;
lo mejor ya ha pasado,
lo peor está aún por venir.

Que se colme al fin mi vaso
con la más amarga gota;
de la derrota al fracaso,
del fracaso a la derrota.

La vida te cobrará
por las buenas o las malas:
las lágrimas te las da,
el dolor te lo regala.

En un diario torpe y zafio
se va yendo el porvenir,
mascullará mi epitafio
"no se atrevió a vivir".

Siempre escribo de lo mismo,
siempre triste y siempre igual;
masoca del pesimismo,
lo paso bien estando mal.

Mientras espero la gota
que colme por fin mi vaso,
del fracaso a la derrota
van atajando mis pasos.

Tan lejos aún de la aurora,
en mi alma nociva e insana
parece que a todas horas
son las tres de la mañana.

Mi cuarto, cualquier noche, tres de la mañana.

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